lunes, febrero 26, 2007

El prisionero (II)

Quería poner un "player" al final de la entrada con "Gethsemane" de Nightwish o "Full moon" de Sonata Arctica, pero como siempre lo dejo todo para el final, no me han activado la cuenta a tiempo. Así que si alguien tiene estas canciones, que se las ponga bajito para leer ;-) En cuanto pueda y me decida colocaré alguna de las dos. Sin más dilación, la 2ª parte de "El prisionero".
- Mercedes, oh, Mercedes, si pudiera contemplar vuestra luz una vez, sólo una vez, para aliviar mi eterna condena... mas sé que eso nunca podrá ser, pues con toda seguridad habréis muerto hace ya mucho tiempo.
Francina se conmovió ante el dolor que desprendían tales palabras. Como si la voz no quisiera dejar lugar a dudas, el siguiente lamento se perdió entre sollozos. Venciendo su miedo, la joven avanzó unos pasos. Sólo entonces pudo distinguir la figura de un hombre que atisbaba entre los oxidados barrotes. Absorto como estaba en la contemplación de un velero que navegaba frente a ellos, no la vio hasta tenerla muy cerca. Entonces dio un respingo y se sumergió en las tinieblas del fondo de la cueva. Francina se situó frente a la entrada de la misma.
- ¿Qué haces ahí dentro?
La voz tardó un rato en contestar. La muchacha se dio cuenta de que estaba tratando de recuperar la compostura antes de presentarse. Finalmente, llegó como en un hilillo:
- ¿No me tenéis miedo?
Francina sonrió.
- Para nada. Al contrario, te busqué un millón de tardes y sólo la noche ha podido traerte.
El hombre se acercó a la boca de la cueva. Sus ojos expresaban un ansia difícil de describir y las lágrimas recién vertidas habían trazado líneas claras en la suciedad de su rostro.
- Perdonadme.
Francina lo miró con dulzura y dijo:
- No sé por qué estás tan triste, pero me imagino que el motivo debe ser muy importante. No tengo nada que perdonar.
El hombre se relajó un poco y suspiró:
- No os podéis imaginar hasta dónde llega mi desesperación.
- ¿Qué te pasó?
Tras una serie de titubeos, el prisionero le relató los pecados cometidos y cómo fue capturado. Describió su angustia al saber que iba a ser conducido a la celda de las rocas y cómo transcurrieron sus últimas horas:
- Veía subir la marea y sabía que no tenía escapatoria alguna. De las piernas al ombligo, del ombligo al pecho... Pensaba en Mercedes y en cómo lo había echado todo a perder por mi estupidez. Recuerdo que cuando salió la luna, el agua me llegaba hasta la boca. Rogué que el final llegara pronto, mas la marea es tan implacable como lenta. Al final, mi aliento se apagó y creí que el descanso había llegado para mí. No fue así. Por algún motivo que desconozco, desde entonces he regresado noche tras noche para revivir la agonía de mis últimos momentos.
Francina escuchaba cautivada.
- En ocasiones es como aquella vez, puedo morirme viendo la luna. Otras veces la luna está oculta. Entonces pienso en Mercedes y su luz me envuelve mientras la oscuridad me arrastra a su reino. Qué digo, siempre pienso en Mercedes.
"No sé si ella llegó a saber qué había sido de mí. Mil veces me mortifico pensando en que se marchitó esperándome, y otras mil lo hago imaginándola en brazos de otro hombre. Ya la amaba cuando lo tenía todo, ahora es lo único que me queda.
"Las infinitas noches en que reviví mi muerte no parecieron ser suficiente castigo. Con el tiempo, las mareas cambiaron y se volvieron casi imperceptibles.
- Construyeron un puerto nuevo y desviaron parte de las aguas, tal vez sea por eso.
- Tal vez. El caso es que ahora mis noches no se acaban con la salida de la luna. El dolor se prolonga durante horas, hasta que un atisbo de sol asoma en el horizonte. Mas cuando empiezo a vislumbrar la luz, mi conciencia se desvanece y vuelvo a aparecer aquí la noche siguiente.
- ¿Nunca te ha encontrado nadie antes?
- En dos ocasiones. Una vez, un pescador se asustó y salió corriendo. La segunda fue muchos años, siglos quizás, después. Unos muchachos me estuvieron tirando piedras. Eso fue todo.
La mirada del hombre se estaba volviendo vidriosa por el dolor. Francina no sabía qué decir, se sentía inútil y pequeña ante tanto sufrimiento. Por eso, mantuvo la boca cerrada y se limitó a alargar una mano hacia la cara sucia. El prisionero se estremeció al notar el contacto de los cálidos dedos, que torpemente recorrían los contornos de su rostro. La muchacha transformó su expresión consternada en una de ternura que el prisionero bebió con avidez. Entonces, su piel pasó de cerúlea a transparente; sus ojos, de piedra a resplandor y su alma, de tempestad a calma.
Y desapareció.

Yo también soy cuentacuentos


Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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10 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una historia muy bella. Desde siempre la agonía ha tenido un lado irremediablemente poético y has sabido sacarlo adelante. Un saludo

Cam dijo...

Vaya, está muy bien el relato con ese sentimiento de agonía de haber perdido el amor para siempre por parte del prisionero. Sólo le falta haber dicho el nombre T_T

Por cierto a falta de Nightwish me pongo Anathema xD

Un saludo!

Laura Luna dijo...

Me ha gustado bastante el guiño que haces al Conde de Montecristo ;) Aunque, como próxima tarea, te mando de deberes que hagas tus mismos personajes ;)

Una redacción y un desarrollo de la historia excelente ;)
Un beso sin punta,
Tu muñeca

tormenta dijo...

Hola Road, buenos días :)
a ver, acabo de leerlo, te comento:
si lees el cuento de un tirón hay cambios de ritmo, pero como me aclaraste que era lo que buscabas, pues genial. ésta segunda parte está a la altura de la primera, y transcurre con mucha fluidez, y la historia es hermosa y original, vamos que me ha encantado.
Un besito princesa del norte.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el relato. No sabía que lo basabas en El Conde de Montecristo (lo siento, no la he leído, soy un maldito inculto), así que eso invalida un poco lo que iba a decir, que me hubiera gustado un poco más de la historia del prisionero. Aun así me gusta como escribes.

Anónimo dijo...

Increiblemente mágica :)

¿ Seguirás ?

Anónimo dijo...

Jooo... No me lo leí el primer día porque no tenía tiempo y ahora me arrepiento. He empezado por la segunda parte y claro, no me enteraba de nada. Bueno, ahora ya sí, claro, pero no ha sido lo mismo. En cualquier caso me gusta tu forma de escribir. :D

Anónimo dijo...

vaya... yo tampoco recuerdo el conde de montecristo..cuando me sienta mejor de salud pasare por aqui a releer lo que me falta y a ver si me lo leo.

besos guapa

Anónimo dijo...

Ante todo y disculpa por el retraso Bienvenida a Cuentacuentos! Eres la segunda persona de Cuenta que conozco en tierras de Suomi!! Ya quisieramos en el sur no ya mil lagos pero al menos unos pocos más de los que tenemos y sobre todo bosques!!
Una historia, casi leyenda cuyo final, al que se llega tras una lectura no exenta de ternura y tensión, le da sentido. La libertad del prisionero a manos de la inocencia. Narrada con saltos en la narración adaptándose al propio camino de la caverna. Buen estreno! Un abrazo

Popi dijo...

Hola friki del norte!!:P
Me ha gustado mucho la historia chavalilla. Me ha recordado a Sísifo en su empeño de subir la piedra aun sabiendo que al final caería, pero a tu estilo que, posiblemente, me guste más que algún antiguo fabulero fabuloso...:o A Luciano de Samósata dejémoso a un lado, que tengo predilección por su imaginación. jejeje.
Seguiré leyéndote, pero esta semana no te has cargado a alguien eh? El final? Como debe ser: todo sufrimiento tiene su recompensa. :)
Un beso mediterráneo Toad!