viernes, octubre 27, 2006

El Retorno del Rey


Tenía yo 18 años y una brújula que sólo giraba sobre sí misma sin señalar ninguna dirección. ¿Ciencia o arte, arte o ciencia? La niña curiosa que todo lo tocaba, que todo quería aprender, que alcanzaba la plena felicidad jugando con los gatos o pescando bichitos en el mar se enfrentaba a la niña fantasiosa, contadora de historias, creadora de mundos y caminante de sueños. Todo era intrínseco en mí y hacerme escoger era matar una mitad de mi persona. Sin embargo, el prosaico formulario que tantas vidas marca me aguardaba implacable. Recuerdo que cerré los ojos con fuerza mientras marcaba "UB Biologia" y me repetía sin pausa que no era definitivo.
Ese fue un verano extraño. A mi recién estrenada libertad se unía el pánico de que las situaciones horribles del pasado fueran a repetirse en mi nueva vida, condenándome al vagabundeo perpetuo tratando de hallar un mundo para mí en un universo diseñado por y para otros.
Entoces escuché la Llamada. Había estado presente durante toda mi vida en forma de suave arrullo, tanto que estaba tan acostumbrada a él como para no ser consciente. Sin embargo, al sentir que me alejaba definitivamente, las sirenas entonaron la melodía más desgarradora del mundo y el Rey alzó su espada, dispuesto a luchar hasta el final por las causas perdidas.
Faltaban pocos días para mi partida a Barcelona cuando vi una portada de la Cinemanía con un magnético Aragorn mirándome a los ojos. La imagen me hizo estremecer, era todo un interrogatorio. "¿Estas segura de que quieres dejar el Reino? Porque yo no pienso rendirme." Hacía poco que había empezado a leer El Señor de los Anillos, algo que había deseado hacer durante años y por circunstancias que no vienen al caso no me había sido posible hasta ese momento. Ahora entiendo por qué. Subí al avión con La Comunidad del Anillo en el equipaje de mano y, mientras Frodo empezaba a caminar hacia lo desconocido, yo me embarcaba hacia lo que también esperaba me brindase la libertad. Nada más llegar a mi futuro me enfermé de la barriga y resfriado al mismo tiempo, pero si Éowyn podía destruir al Rey de los Nâzgul, yo podía con cualquier virus de la Tierra. Gracias a ese libro, la primera vez que me iba del hogar y empezaba a descubrir el mundo se volvió mágica, intensísima, más que si se hubiera producido en cualquier otra circunstancia.
La última vez que vieron al Rey, su espada centelleaba como una llamarada contra el horizonte. Yo también pude presenciar esa luz, una estrella que me ha guiado en mi oscuridad desde entonces. Al final del curso decidí dejarlo todo, prestar atención a las implorantes voces de las irreductibles Sirenas, las dolorosamente bellas tonadas de los Elfos y, sobre todo, los clamores del ejército que aguardaba a su General. Mi Rey me necesitaba y confiaba en mis habilidades para guiar sus tropas en la última batalla por el Reino de la Fantasía. No podía defraudarlo.



"Wish upon a star
Believe in will
The Realm of the King of Fantasy
The master of the tale-like lore
The way to kingdom I adore
Where the warrior's heart is pure
Where the stories will come true"
T. Holopainen

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2 comentarios:

Tristana's leg dijo...

El Señor de los Anillos es como la carroza en la que se supone viajaba la Aurora: un puente entre dos mundos, una vía que transporta algo grande encima, pero no es consciente de ello. Si las gotas de agua hablasen el idioma del arcoiris, éste sería el élfico, sin duda.
A mí me ayudó en un momento bastante chungo de mi vida (con 8 años, la primera vez que me lo leí, y nunca olvidaré los inicios de la fiesta del Gran Árbol) y aún disfruto mucho leyéndolo. Es un libro que siempre adorará por razones sentimentales. Y al Rey lo adoro por razones sentimentales... y de otra índole XDD

Anónimo dijo...

Como ya te dije, esta es la entrada que más me gusta de todo tu blog. El paralelismo que estableces es excelente :)
Un beso,
Mun, your Doll