jueves, junio 28, 2007

Memorias penyafortiles (I)

No fallaba. Cada vez que ponía la pezuña en los corredores de la residencia de Pablo, allá en Turku, mis ojos se congelaban en el infinito y empezaba a murmurar: "Esto es como el Penya, me recuerda mucho al Penya". Las risas en los pasillos, el alborozo de la cocina, las llamadas a la puerta para preguntar una duda...

En septiembre de 2003 llegué a Barcelona para estudiar Biología en la UB. Durante el verano había estado muy agobiada, me daba miedo volver a ser el bicho raro y solitario que había sido en los dos colegios de los que venía. Sin embargo, al posarme en la Ciudad Condal noté las pilas cargadas a tope. Siempre había sido una nena soñadora que se sentía atrapada en esta islita y la tierra firme me parecía vasta y llena de posibilidades nuevas.

Mis comienzos en el Colegio Mayor Penyafort-Montserrat, contiguo a la facultad, no fueron precisamente triunfales xD. Ya en el avión empecé a notar un dolor de barriga que atribuí a los nervios. En realidad, era un virus intestinal que me iba a tener casi un mes entero con episodios de diarrea. A las pocas horas de llegar me encontraba realmente mal, así que me hice un ovillo en la cama y traté de descansar. Mi habitación me encantaba. Tenía tres camas y, como fui la primera en llegar, pude quedarme con la mejor. El escritorio era grande y cómodo, igual que el armario y, como la habitación hacía esquina, teníamos ¡cinco ventanas! Forré todos los pedazos de pared que me correspondían con posters de ESDLA y dragones de Ciruelo. Mis compañeras de cuarto se referían a mi zona como "la Tierra Media" xD

El virus no sólo me tuvo la mayor parte de mi tiempo descansando en la habitación, también estuve todo el mes comiendo poquísimo, de modo que me quedé en los huesos. Esa delgadez, mi recién estrenado pelo rubio claro y las minifaldas a las que soy adicta desde entonces no tardaron en darme fama de Barbie. A pesar de todo, en los pocos momentos que sacaba la nariz del cuarto estaba tan revolucionada que pronto me convertí en la payasa oficial del grupo. Para mí era increíble tener a un puñado de personas a mi alrededor riéndose de mis paridas. Por fin había encontrado mi lugar entre gente que me quería, o al menos eso pensaba yo entonces.

Continuará

1 comentario:

Laura Luna dijo...

Joder :S Realmente la salud es lo que menos valoramos, porque es toda una putada estar malo :S

Mi estómago es muy delicado. A veces no lo trato tan bien como se merece.

Besitos, cielo,
Mun Light Doll