domingo, enero 14, 2007

Diarios de Freaklandia. Capítulo 9

La primera vez que llegué a Finlandia era verano. Ya desde el avión miraba el contorno de la costa y los puntos de luz que identifiqué como barquitos mientras pensaba cuántos de los sueños que cargaba en mi mochila podrían realizarse en aquella tierra prometida. En la escala en Copenhague habíamos conocido a una chica chilena en cuyos ojos brillaba también la ilusión. Aterrizamos en el aeropuerto de Vantaa (Helsinki) cerca de la una de la madrugada, recogimos nuestro equipaje y salimos al exterior, en donde una suave brisa fresca y una tenue luz que se negaba a irse del todo nos alentaron a seguir soñando. El viaje desde Helsinki a Tampere duraba dos horas y media. Cualquier persona se habría arrellanado en su asiento para dormir, pero yo no podía. La noche se marchaba con gran delicadeza de manera que, a medida que el bus avanzaba, el país de los mil lagos procedía a revelar lentamente sus secretos.
Ya brillaba el sol cuando pude tenderme sobre mi nueva cama. Aún no tenía sábanas, pero estaba agotada, y el dibujo a cuadros de la tela del colchón se me antojó sumamente acogedor. Sin embargo, no logré dormir más de una hora. La emoción de encontrarme allí, el maravilloso día que hacía fuera y una más prosaica sensación de vacío estomacal me impelieron a salir de la cama en busca de algo que comer. A pesar de que me habían enseñado el camino hasta el colmado de la esquina, poco recordaba de las indicaciones dada mi falta de sueño. Por eso me sentí importante cuando llegué a tan ansiada meta. Fue divertida la primera compra en finlandés, sin conocerme de memoria los envases como ahora y, por consiguiente, tratando de descifrar cuál sería su contenido. Tras haber comido algo, volví a echarme bocabajo sobre la cama con una amplia sonrisa.
Curiosamente, a principios de semana vine con la misma combinación de vuelos que la otra vez. La diferencia es que en esta ocasión viajaba sola, Finlandia no era una vaga ilusión sino algo tangible y los sueños habían sido sustituidos por asignaturas pendientes. A pesar de todo, algo de la antigua emoción renació al volver a ver los barquitos y el aeropuerto dormido. Conocí a una chica catalana que también se reincorporaba a las clases, un aire fresco, pero no frío, me recibió al salir al exterior y me dio confianza ver que la historia se repetía. Mis primeros meses en Finlandia habían sido maravillosos y sólo al final las cosas se habían estropeado un poco por motivos no del todo vinculados al lugar en que me encuentro.
La primera vez me llamó la atención el excelente clima que había en verano. Ahora hace frío y está nevando, pero unos días atrás todo estaba inusualmente cálido para la época. Saqué esta foto del parquecillo de frente a mi cuarto: los árboles hechos armazones sin carne, la hierba mustia, mas la luz estaba de vuelta por un momento para decirme que no me había olvidado.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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4 comentarios:

Laura Luna dijo...

Roadmaster retoma el camino a su Tierra Prometida :) Y su muñeca está animándole desde la tierra donde la dejó...

Te echo mucho de menos,
Mun Light Doll

Unknown dijo...

Saludos a hasselhoff ^o^

Tristana's leg dijo...

Uaaah, hacia demasiado que no escribia. Allora, provo di ecrivire in italiano questo che volio dire: mi mancai molto, lo stesso che a Laura. Sembra che sò parlare!!XDDDD
Bacii!!

Acuarius dijo...

Que guapa eres niña, ya puedes estar agradecida al Cosmos ya...
bonito blog.