jueves, noviembre 23, 2006

Ilmatar


Finlandia es un país que siempre ha estado entre dos fuegos, Suecia y Rusia, siendo sus territorios disputados por ambos bandos durante siglos. A pesar de haber pertenecido alternativamente a uno y otro (no consiguió su independencia hasta el 6 de diciembre de 1917, coincidiendo con la Revolución Bolchevique), la identidad de sus gentes siempre ha estado profundamente marcada. Ya desde los inicios, los pueblos que poblaron el territorio hoy conocido como Finlandia venían de Asia, mientras que los de los países colindantes eran de origen europeo. Por eso, aún siendo rubios de ojos azules, racialmente son diferentes, pequeñitos y con los ojos semi rasgados. La lengua también tiene un origen antiguo y aislado, sin parecerse a ninguna otra (un caso similar al vasco), mientras que el noruego, sueco, danés, etc. sí se parecen entre sí.

A mediados del siglo XIX Finlandia también "padeció" la exaltación romántica. Así, mientras la novela "Los Siete Hermanos" ("Seitsemän Veljestä") de Aleksis Kivi reivindicaba el carácter finlandés, el "Kalevala" hacía lo propio con su extraña y ancestral mitología. Elias Lönnrot se entretuvo recopilando infinitas versiones de los mitos y leyendas para dar forma a un poema épico bastante estructurado, especialmente teniendo en cuenta lo caóticas que eran sus fuentes.

En el "Kalevala" se nos cuenta la historia de Ilmatar, o Luonnotar, la diosa primordial que erró durante siglos sintiendo el viento en el pelo. Cuando la soledad empezó a hacer mella en la dea, ésta pasó a ansiar desesperadamente un hijo. El viento del Este sería quién le concedería ese deseo, poniéndose manos a la obra con tantas ganas que la pobre Luonnotar no pudo volver a andar durante bastante tiempo (no es broma, lo dice el original, vivan los freaklandeses salidos XD). Por si la mujer no estaba lo bastante apañada, llegó un águila que depositó unos huevos en el hueco de sus rodillas, huevos que tuvo que incubar. Cuando finalmente los dejó caer, se rompieron, y de los diversos trozos se originó el mundo.

El hijo del Viento, Väinämöinen, resultó ser un sabio. Como suele pasar con los sabios, se moría de ganas de encontrar esposa y no se comía una rosca. Finalmente, contactó con la vecina tierra de Pohjola para ver si ahí le proporcionaban una pareja. Tras un buen puñado de líos, Väinämöinen quedó prisionero de la hechicera Louhi, quien sólo estaba dispuesta a concederle la libertad a cambio de que le construyera un Sampo (un molino mágico que era una especie de cuerno de la abundancia). Nuestro sabio amigo se veía incapaz de llevar a cabo semejante trabajo manual, y llamó a Ilmarinen, el herrero virtuoso (¿a alguien le suena Aulë...?). El artesano aceptó encantado la oferta de casarse con la hermosa hija de Louhi, la doncella de Pohjola, como pago por la elaboración del objeto.

Continuará
(Foto: yo haciendo el tonto en los bosques de Carelia, o Karjala según la toponimia local. Carelia está considerada la zona más pintoresca de Finlandia, donde la mitología es más poderosa.)

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lunes, noviembre 20, 2006

Tras las runas

En primer lugar, pido perdón por tener un blog llamado "Wandering Myth" y haber tardado tanto en publicar algo sobre mitología :-P

Voy a empezar contextualizando un poco el fenómeno mitológico (fans de Xavi Pérez, ¡no me peguéis!). Resumiendo mucho, se puede decir que el mito es una forma que un pueblo determinado tiene de explicar algún hecho que "se le escapa". Así pues, abundan los mitos cosmogónicos y cosmológicos,tratando de responder a la eterna pregunta "¿de dónde venimos y adónde vamos?". Siempre hay que tener en cuenta que los mitos son hijos de la sociedad en la que nacieron, de modo que responden a las necesidades específicas de la misma. Haciendo un recorrido inverso, podemos aprovechar los mitos para conocer aspectos del pueblo en cuestión (sus preocupaciones, modo de vida...).

Los mitos solían transmitirse mediante la narración oral (bueno... hoy tenemos las cadenas de leyendas urbanas por e-mail, sigo pensando que es la mitología de nuestra época) o poemas cantados, luego hay tantas versiones como narradores. En semejante maremágnum, la mejor manera de conocer el mito más "auténtico" es tratar de acceder al mayor número de versiones posible y a partir de ellas hacerse una idea.

Casi todo lo que sabemos sobre mitología nórdica nos ha llegado de la mano de Snorri Sturulson, historiador islandés del siglo XIII. La tradición de los pueblos del Norte se extendía invariablemente de forma oral, puesto que eran poquísimos los que sabían escribir. Snorri se dedicó a recopilar la información por escrito, principalmente en la Edda, obra destinada a orientar a los poetas en el ejercicio de su trabajo. Si bien es de agradecer que este buen hombre haya hecho dicha recopilación, también es cierto que se trataba de un culto monje cristiano, luego no acababa de ver con buenos ojos las historias paganas de los brutos vikingos. No sorprende un tono algo burlesco en algunos artículos de la Edda (y crucemos los dedos para que no se haya inventado demasiadas cosas).
Aclaración: Finlandia NO comparte esta mitología. Mi querido país de los pulla ha tenido una historia paralela y completamente al margen en todos los sentidos. Otro día hablamos del tema, si queréis. La mitología conocida como nórdica es la de los elfos, enanos, el martillo de Thor, la diosa Freyia, etc. y se ubica principalmente en Islandia, Noruega, Suecia, Dinamarca y parte de Alemania. Teniendo en cuenta que los vikingos gustaban de viajar, se extiende a más áreas, p. ej. las Islas Británicas.
Para acabar, hablaré de las runas. Se trata de un alfabeto de 24 símbolos empleado principalmente para la adivinación. Los signos se tallaban en pequeñas piezas de piedra que se guardaban en una bolsita especial. Cuando llegaba el momento, se echaban sobre la mesa, como quien echa las cartas, y se trataba de interpretar el resultado, al parecer bastante vago y muy ligado a las circunstancias de la persona que preguntaba. Asimismo, se han encontrado algunas inscripciones en rocas, siempre con un significado ritual.
Pues nada, hasta aquí hemos llegado hoy. Si hay algún tema mitológico que os interese especialmente, pedid y se os dará ;-)

viernes, noviembre 17, 2006

El miedo




Soportando una y mil veces la extrañeza, escuchando docenas de censuras disfrazadas de consejos sobre cómo comportarme, llorando en soledad durante noches infinitas, errando buscando a alguien que me quisiera, recibiendo portazos en la cara, llagando mi corazón con la pus de la rabia, la incomprensión, el por qué yo por qué por qué por qué.


Tras existir así durante años (porque eso no es vivir) mi reflejo me entrega la sonrisa tan largamente buscada. No soy yo, tal vez sean ellos, ¿por qué no empezar a creerme mis propias palabras? Ignoro quién tiene la razón, pero sí sé una cosa:


La gente normal me da miedo


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domingo, noviembre 12, 2006

Diarios de Freaklandia. Capítulo 7

Cosas que me no me gustan de Freaklandia
- La capa de hielo que cubre el suelo. Resbala mucho, muchísimo, y no es precisamente un blando colchón para las caídas.
- La pinta de nenazas de los chicos fineses. Además, son enanos.
- Un bus puede retrasarse hasta 20 minutos los días de nieve o, directamente, no pasar y dejarte esperando al siguiente. Grande la gracia de esperar media hora a 10ºC BAJO CERO.
- Los sábados, el comercio se paraliza a partir de las 18'00.
- Las frutas y verduras son caras y malas.
- Entre semana, el último bus pasa a las 22'30. A mí que se me quedaban cortas las 00'00 del metro de Barna...
- El brebaje al que llaman café. Encima le meten la leche fría.
- No retiran la nieve de las calles, a lo sumo la apartan un poco. Aparte de lo difícil que se hace ir por la acera o bajarse del bus, al cabo de un par de días está sucia y es una masa inmunda.
- Que no paren de rajar de todo.
- Las indescriptibles salsas en las que bañan la comida para disimular que no saben cocinar.
- Lo cerrados que son los fineses para hacer amigos.
- En algunos sitios encuentras grifos en los que la tubería del desagüe se queda a 2 cm del suelo. Hay un agujero para evacuar el agua, pero como la tubería no está justamente encima del mismo, se inunda todo.
- La sosería de los heavies fineses.
Cosas que me gustan de Freaklandia
- Si el conductor del bus ve por el retrovisor que llegas corriendo con la lengua afuera, espera. Si ya había iniciado el arranque, para y vuelve a abrir las puertas.
- La variedad de leches y panes, todos buenísimos.
- La suave luz gris, sutil y delicada.
- La serenidad del paisaje nevado.
- La calefacción baja. No convierten las casas en saunas como hacemos los españoles, que vamos en tirillas en febrero.
- Los pulla (bollitos) de canela. ¡Están que te mueres!
- La extremada puntualidad de los buses si el tiempo es bueno.
- Hay bombones y chocolatinas buenos y baratísimos en cualquier parte.
- La forma de los ojos de los finlandeses. Algo achinados, como un elfo.
- El aire, puro y vivificante.
- Lo mucho que se alegran por que les digas cualquier chorradita en finés.
- El súper abre el domingo (¡gracias, Señor!).
- La sauna, aunque no vaya a menudo.
- ¡Hay H&M! ¡Yujuuu!
- Lo espaciosos que son los edificios.
- La música.

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sábado, noviembre 04, 2006

De mil infancias perdidas

Yo no sé dónde pasé tantos años. No tenía la colección de películas Disney. No vi "El Cristal Oscuro", "El Laberinto" o "La Princesa Prometida".

Me encantaban las tardes de sábado en invierno. El cielo estaba gris, el mar estaba gris, hasta la gente estaba un poco gris, pero yo encendía la tele y la peli de las cuatro se llevaba este mundo y traía promesas nuevas por unas horas. En ese sentido, la mejor con diferencia era "Los Goonies". Casualmente, tanto la primera como la segunda vez que la vi había visitas en casa. Me malacostumbré a verla en compañía (aunque tal vez ese hecho contribuyera a que la disfrutase mucho más), tanto que cada vez que sabía que la iban a poner tiraba de agenda hasta que encontraba a alguien dispuesto a merendar por la cara y verla conmigo.
"Los Goonies" también transcurría en un mar gris durante las vacaciones de invierno. Eran un puñado de niños que encontraban un mapa en un trastero igual de atiborrado que el mío. Vamos, que un poco más y me podía pasar a mí. Invariablemente, después de terminarla salía a caminar por las rocas e inspeccionaba sus cuevas tratando de detectar algún recoveco que se hubiera escapado de infinitas miradas curiosas, alguna voz de piratas ya olvidados.
Otra de mis películas favoritas era "Splash". Una noche mis padres se quedaron mirándola en el salon y al día siguiente me dijeron que habían visto una peli que me habría gustado mucho. La siguiente vez que la echaron pude verla. ¿Cómo no me iba a gustar? ¡Salía una sirenita! No necesitaba nada más para ser feliz ^^

Sin embargo, al ver de mayor las pelis que no vi en su momento sentí una punzada dolorosa. La sensación de que me había perdido algo, de que los sueños de los años venideros podrían haber sido siferentes, más ricos o más locos, la sensación de que una de mis múltiples infancias había muerto antes de nacer era triste. Verlas de mayor ya no era lo mismo, ni el príncipe Westley iba a venir a rescatarme ni iba a poder llevarle medicinas a la Emperatriz Infantil.
Aún no he visto "El Laberinto". ¿Debería?

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miércoles, noviembre 01, 2006

Diarios de Freaklandia. Capítulo 6


Algunos a lo mejor todavía recordáis la primera entrega de los Diarios, allá por el mes de agosto, en la cual una ventana se abría mágicamente a un mundo verde lleno de luz. Pues bien, éste es el aspecto que presentaba la misma ventana esta mañana, tan sólo diez semanas después de aquella foto.
Señoras y señores, les presento a Finlandia. Llegó el frío (-5ºC esta tarde) acompañado de la tierna nieve. Tenía prisa, no lo esperaban hasta diciembre, pero aquí está. El sábado apareció la primera capa de escarcha y un fino velo de aguanieve que se derretía con el aliento de una mariposa, pero ahora podemos disfrutar de un manto de unos 20 cm de grosor. Bueno, lo de disfrutar es relativo. Junto a mi primera nevada auténtica viví también mi primera verdadera pesadilla blanca.
Todo empezó ayer a las 19'30. Era ya noche cerrada cuando nos plantamos en la parada de autobús ansiosas por llegar a casa pronto. Los finísimos copos de nieve revoloteaban al ritmo del viento que se llevaba nuestras capuchas sin parar. Supuestamente, el bus pasaba a y 31.
Pues no. El vehiculo no se presentó nunca y tuvimos que esperar media hora al siguiente. Los graciosos copos que danzaban pasaron a convertirse en puta nieve de mierda que tocaba los huevos empujada por el viento de los cojones. El típico frío finlandés que tanta gracia nos hacía se volvió la encarnación del mismo infierno, y el bus que llegó como si estuviese arrastrado por un mulo tuberculoso. Nos subimos con un rictus de oreja a oreja (llamar sonrisa a esa mueca es como llamar sexy a Aznar), alegremente confiadas en que nos dejaría en nuestra querida parada de Lukonmäki. Así había sido siempre, y así debía ser.
No. Una parada antes, se desvió, se fue a tomar por culo de donde vivíamos nosotras y una voz anunció en finlandés que la carretera estaba cortada y que si íbamos a Lukonmäki nos apeáramos ahí mismo y a correr. Jajaja, qué gracia, no me había reído tanto desde que vi el tráiler de Titanic 2. Tirados en el claro de un bosque nevado, de noche, sin saber dónde estábamos y con un viento que ya no se conformaba con las capuchas y quería llevarse también nuestras orejas. Superada la angustia inicial, echamos a andar hasta que encontramos casas (sí, ya, sólo fueron cuatro minutos, pero me gustaría veros a vosotros en la situación, a ver cómo de cortos se os hacían). Por suerte, en el grupo iba un chico finlandés que pudo preguntar a una mujer cómo llegar a nuestras cuevas. El momento de ver mi casita sólo podría ser superado por Tuomas en tanga bailando el Paquito Chocolatero mientras la Pantoja de Puerto Rico le hace los coros. Me abalancé sobre la puerta... para comprobar con horror que mis dedos no respondían. Dios, creí que me moría. Menos mal que mi compañera me abrió desde adentro, ¡que si no yo hubiera acabado peor que Jack Nicholson en El Resplandor!
En fin, a pesar de que esta mañana tuve que volver a esperar media hora con los pies semienterrados en ese frío gel de agua, a pesar de los incontables resbalones en el hielo (¡me viá kedá zin dienteh!), a pesar de los pesares, algo tiene el talvi ("invierno" en finés) que me engancha. Y es que cuando nieva y los minúsculos copos, polvo de hadas o ralladura de sueños, aún no lo sé, cuando nieva y las partículas de frío rozan mis labios siento que el Señor del Invierno me besa, me ama, me invita.
Y yo acepto.

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