lunes, julio 02, 2007

Wilson

La mirada que le devolvió el espejo no era la suya, o tal vez sí, él no veía tanta diferencia...

El niño frunció el ceño mientras se apartaba del cristal. Antes de dejar el orfanato de Los Cerros, le habían dicho que nada volvería a ser igual, que su nueva vida iba a ser totalmente distinta y mucho mejor y que tendría papá y mamá otra vez ("¿pero no estaban muertos?"). Después habían aparecido unos desconocidos muy sonrientes que traían regalos y le daban abrazos. Al principio se sintió desconcertado, luego se encogió de hombros y se dejó mimar. Un día, los desconocidos se lo llevaron. Él lloró, todavía no tenía claro por qué esa pareja de pelo amarillo decía que eran sus padres cuando él recordaba perfectamente la negra trenza de mamá y los risueños ojos marrones de papá. Tampoco quería separarse de Sor Teresa, que cada noche lo sentaba en su regazo para contarle un cuento. No le gustaban los cuentos de la mujer rubia, eran raros y estaban salpicados de palabras que él no entendía. Sin embargo, tanto el hombre como la mujer lo tomaban en brazos, le daban besos y le hacían cosquillas, y eso sí le gustaba.

Lo más raro de todo es que al parecer había dejado de ser Wilson Javier Mendoza Pacheco. Ahora se había convertido en Alberto, Alberto Muñoz, "como su padre". Pero el niño del espejo era el mismo de siempre, el Wilson de toda la vida. Como mucho llevaba el pelo un poco más largo, ¡eso no era suficiente para tener cara de Alberto!

Salió al pasillo profundamente inmerso en sus cavilaciones, tanto que no vio que su madre se acercaba. La mujer dio un traspiés y tuvo que aferrarse al marco de la puerta.

-¡Ay, casi tropiezo contigo, no te había visto!- rió mientras lo alzaba cariñosamente del suelo. El niño le devolvió la sonrisa. A pesar de lo raro que era todo, no se estaba mal.

Nada mal.

Dedicado al nuevo hermanito de Laura, quien además ilustra esta entrada ;-P

Yo también soy cuentacuentos

19 comentarios:

  1. Muy tierno :) Y me ha gustado mucho el punto de vista desde el que lo redactas, muy inocente^^
    Besitos
    Mun Light Doll

    ResponderEliminar
  2. Nada mal. La verdad, no está nada mal. Aunque, mejor, preferiría decir, está muy bien. Muy bien.

    Has tratado un tema difícil y delicado. Sobretodo, porque aun sin quererlo, cualquiera podría caer en la moralina, en lo cursi.
    Vos no. Repito. Ese no está nada mal, está muy bien.

    Un cariño desde el sur del planeta.

    ResponderEliminar
  3. Pufffffffffffff...

    ¿Y qué te digo yo a ti? Me has tocado la fibra sensible... te diré que cuando llegué al punto de "y los risueños ojos marrones de papá" ya se me estaba resbalando una lágrima por la mejilla...

    Podría echarte mil piropos y halagar este relato hasta cansarme, porque te aseguro que de verdad me ha encantado y principalmente por dos motivos: el tema "niños" y el tema central del relato (adopciones y demás...). Súmale que nos hablas de una realidad muy cruda que está a la orden del día y tendrás, al menos para mí, ese tipo de historias que es imposible que no me lleguen y hagan que se me encoja el alma...

    Hace tiempo escribí una especie de anécdota que me pasó mientras hacía la compra. Escribí sobre ello y titulé la entrada como "El culpable: el llavero". Si tienes tiempo y ganas, échale un ojo... y entenderás lo mucho que me ha gustado lo que has escrito y el porqué.

    Un besazo y mil aplausos!!

    ResponderEliminar
  4. :) ay, tonta, que me has puesto los pelos de puntaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar
  5. Por lo que me dejaste en el espacio, me surgió curiosidad de decirte si has leido Las Ciudades Invisibles, de Italo Calvino.
    En particular, y por tus palabras, me encantaría hacercarte un capítulo. En el sitio encontrarás mi correo. Si te parece, enviame uno y te mando el E-Book o el capítulo.

    Un cariño desde las pampas argentinas.

    ResponderEliminar
  6. Me ha gustado mucho tu historia de esta semana y que el narrador sea el propio niño. Eso la hace aún más emotiva.

    Felicidades.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Pero qué bonito!!
    Me encanta la perspectiva infantil con la que lo has enfocado!!

    Por cierto, no sabía que a los niños adoptados se les podía cambiar el nombre, vaya vaya!

    Salu2

    ResponderEliminar
  8. Enternecedor y dulce ^^ una historia mágica, por la perspectiva y la forma en la que la narras.
    Me ha gustado, y no hay peros... tal vez se me ha hecho un poco corta, aunque eso no es un pero en realidad.
    un beso princesa elfa de las islas :*

    ResponderEliminar
  9. Venía a leer tu historia y me he pasado un rato paseándome por aquí y viendo tu video de fotos... no sabía que hubieras estado en Finlandia. ¿qué te llevó allí y qué estubiste haciendo? (así de curiosa soy yo, lo que no tiene nada que ver con que me contestes a las preguntas).
    Me ha gustado el cuento y el niño de la foto es monísimo! Pero me da un poco de pena que el cambien el nombre... ¿por qué no le dejan con Wilson?
    Estos padres...
    ¡un besazo de fresas!

    ResponderEliminar
  10. Dificil es escapar a la ternura y emoción que desprende tu historia, pero no el tema que tratas en si, que me pilla muy de cerca, sino tu forma de narrarlo. Aportas vida, vida a Wilson en su andar a través de tus palabras que nos enternece sin poder, sin querer evitarlo. viendo por sus ojos el mundo que construimos en donde los niños rescatan y ponen a salvo su belleza llevándola consigo. Podrán quitarle el nombre pero nunca sus tesoros, aquellos buenos recuerdos que llevará siempre, como ese primer abrazo de a quien un día llamará mamá.
    Bellísimo relato. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  11. Llego aquí recién hoy desde Cuentacuentos, más precisamente desde qué hacer con los cuentos escritos con las frases viejas de "antes de la página web".
    Felicitaciones por el cuento, simple, contundente, clarísimo, el punto de vista adecuado para un relato de este contenido. Gracias. Sigo leyendo...
    Soy una cuentacuentos.

    ResponderEliminar
  12. Una historia muy bonita y tierna, y con un final muy bueno, el justo y necesario. Al final lo importante es la sonrisa y felicidad eel niño. Muy bonito cuento.

    Un saludo,

    Pedro.

    ResponderEliminar
  13. Es la primera vez que entro en tu space y me gusta mucho lo que leo y veo en él. Este relato me reuerda a lo sucedido cuando unos conocidos adoptaron a un niño etíope de siete años. Tiempo después, cuando ya se expresaba en español con fluidez confeó que lo que mas le inquietaba era que todos los blancos lepareciamos iguales y que no estaba seguro de reconocer a sus nuevos padres si se perdía

    ResponderEliminar
  14. yeah...ay, tonta, que me has puesto los pelos de puntaaaaaaaaaaa

    http://britneyspearsstore.blogspot.com/

    ResponderEliminar